20 de noviembre de 2008

Calificamos de Lagrimita!!!


La selección mexicana de futbol calificó al Hexagonal de la Concacaf que lo puede llevar al Mundial del 2010 simplemente porque sus rivales resultaron más malos que ellos. Así de triste es la realidad de nuestro futbol.

Que se festeje el pase a la siguiente ronda con expresiones como: “Lo importante es que se avanzó a la siguiente ronda, hay que pensar en lo que viene”, no ilustran más que la gravedad del conformismo que ha gobernado la actividad de la Liga y de la selección nacional.

Pero esa es la situación que impera y la que seguramente gobernará la actividad de cara al torneo que definirá a los participantes de la región en Sudáfrica dentro de 19 meses. Así que no espere usted cambios de fondo. Aquí no pasa nada grave. Esa es la mentalidad soberbia con la que se manejan los hombres que tienen el poder en el futbol mexicano.

Y tan dañino como esta prepotencia resulta la hipocresía y el oportunismo con el que empiezan a conducirse los pregoneros de siempre del Tri. Ahora todos son críticos y siempre se opusieron a que llegara Sven- Göran Eriksson; ahora se sitúan con voz autorizada para observar fallas cuando se la han pasado construyendo mentiras interesadas para disfrazar un producto mediocre en algo que le deje a sus patrones grandes ganancias financieras.

Y claro, estos nuevos y ocasionales críticos, los que mañana seguirán lamiendo botas, centran toda su furia en el sueco Eriksson, dejando de lado con cinismo la responsabilidad de los dirigentes (Jorge Vergara, Justino Compeán, Decio de María) y algunos de los más influyentes propietarios de equipos (Emilio Azcárraga Jean y Ricardo Salinas Pliego), en este desastre.

Qué cómodo resulta tirarle con todo mierda y basura a un hombre que no sólo no los entiende, sino que no les puede responder.

Los responsables directos de este vergonzoso y riesgoso trajinar son los que, paradójicamente pueden y deben enderezar el rumbo de un proyecto que ha privilegiado los ingresos financieros sobre los resultados deportivos.

La selección mexicana de futbol se ha convertido en una máquina registradora, en una industria que vende pésimo futbol a un público ingenuo que sobrepaga en dólares con el engaño de que compra patria. El proyecto futbolístico está echo pedazos, conformado con jugadores que son unas vedettes, indisciplinados y ligeros. Un proyecto incapaz de fabricar talento a la ofensiva, repetitivo e inútil… Pero que hace rico a algunos.

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