9 de noviembre de 2009

Le Mandiloné

En México, un mandilón es un hombre que, por sumisión histórica o mero ánimo masoquista, se somete enteramente a los designios de su mujer. El mandilón va por la vida con el delantal bien amarradito, haciendo las labores de casa, bajando la cabeza cuando se le regaña y cuidando siempre no ofender a su cónyuge, la “dueña de sus quincenas”, extensión freudiana de su “madrecita chula”.

En México abundan los mandilones y los hay de todos tipos. Casi todos, en el fondo, asumen su mandilonería con más gusto que resignación.

La reverencia por la figura femenina es, después de todo, parte de la mexicanidad. Sin embargo, ser mandilón cuando se es Juan Mengano es una cosa; serlo cuando se llevan las riendas de un país es otra completamente. A nadie le importa si a Mengano le imponen la agenda familiar o si, para tomar cualquier decisión, le pregunta antes a la señora. La debilidad del mandilón común y corriente es, por momentos, entrañable.

La debilidad –real o percibida– en un jefe de estado es harina de otro costal. México perdió un sexenio completo gracias a la histórica mandilonería de don Vicente Fox, que hizo de “la señora Martha” una segunda versión de doña Mercedes Quesada, matriarca de la familia Fox, célebre por el constante ninguneo al que sometía a su pobre hijo. Como su suegra antes que ella, la señora Martha trataba a su esposo como a un niño pequeño.

Fox, eterno nostálgico del calor materno, no sólo aceptaba ese trato en público; lo presumía. El resultado predecible fue la difusión de una imagen de debilidad casi absoluta que, a final de cuentas, dio al traste con cualquier atisbo de agenda política productiva en México.

8 de noviembre de 2009

Hagamos un trato

Compañera,usted sabe
que puede contar conmigo,
no hasta dos ni hasta diez
sino contar conmigo.

Si algunas veces
advierte
que la miro a los ojos,
y una veta de amor
reconoce en los míos,
no alerte sus fusiles
ni piense que deliro;
a pesar de la veta,

o tal vez porque existe,
usted puede contar
conmigo.

Si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo,

no piense que es flojera
igual puede contar conmigo.


Pero hagamos un trato:

yo quisiera contar con usted,
es tan lindo
saber
que usted existe,

uno se siente vivo;

y cuando digo esto
quiero decir
contar aunque sea hasta dos,
aunque sea hasta cinco.

No ya para que acuda
presurosa en mi auxilio,
sino para saber a ciencia cierta
que usted sabe
que puede
contar conmigo.
Mario Benedetti


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